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Simposio Guadalupano: La intercesión mariana en la batalla de Lepanto

El Simposio se realizó en el Auditorio Dr. Luis Garibay Gutiérrez.

Por: Alfredo Arnold
08/Oct/2021
UAG
El 7 de octubre de 1571, hace 450 años, tuvo lugar la batalla de Lepanto, en la que una alianza cristiana derrotó a la armada musulmana que pretendía borrar al cristianismo de la faz de la tierra. Para los jefes aliados, esta victoria se debió a la intercesión de la Virgen María, ya que en determinado momento de la batalla la situación estaba completamente en su contra y de un momento a otro la situación cambió totalmente a su favor.

La batalla de Lepanto, en la que combatió el célebre Miguel de Cervantes, ocurrió 50 años después de la caída de Tenochtitlán y 40 años después de que en suelo mexicano ocurrió el Milagro Guadalupano. El Imperio Otomano, que años antes había sido expulsado del sur de España, volvía por sus fueros y pretendía subyugar a las naciones de Europa.

El tema de la batalla de Lepanto y su trascendencia histórica para el mundo cristiano, fue expuesto en dos conferencias magistrales por los presbíteros Daniel Pérez Gómez y Francisco José María Fuentes Rodríguez, durante el V Simposio Guadalupano que se llevó a cabo en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), organizado por el Centro de Estudios Humanísticos y el Sindicato de Académicos y Administrativos de la institución.

SAN PÍO V

En la primera conferencia, el padre Fuentes Rodríguez expuso una semblanza del Papa Pío V, quien unió a las fuerzas de varias naciones para repeler el ataque musulmán.

Antes, describió el ambiente que prevalecía en Europa en los siglos XV y XVI; una Europa convulsa y desunida, pues si bien España vivía su Siglo de Oro con el descubrimiento del nuevo mundo y místicos como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, otras naciones estaban en distinta sintonía: Martín Lutero dividía a la Iglesia con la reforma protestante e Inglaterra tomaba otro camino bajo el reinado de Enrique VIII y de su hija Isabel II de Inglaterra.

Europa estaba desorientada y dividida por: 1) Una laxitud moral, eclesiástica y civil; 2) Por el protestantismo; 3) El peligro musulmán, y 4) Los príncipes cristianos que imponían a sus amigos en cargos eclesiásticos, personas sin vocación que muchas veces ni siquiera vivían en sus parroquias. En tales circunstancias, Europa parecía fácil presa del Imperio Otomano que, durante los últimos cinco años, bajo el mando de Solimán el Magnífico y su hijo Selim III ya había tomado varias capitales.

Ese fue el mundo en el que se desarrolló Pío V, quien nació el 17 de enero de 1504 en Bosco, Italia. Fue bautizado con el nombre de Antonio Ghisleri y cuando entró a la Orden de Santo Domingo tomó el nombre de Miguel. Durante 16 años ejerció como profesor y luego el Papa Paulo IV lo nombró inquisidor, por lo que desarrolló un intenso trabajo deteniendo la literatura protestante. Siguió el Papa Pío IV, y a la muerte de éste, en 1566, Miguel fue nombrado Papa adoptando el nombre de Pío. Implementó duras medidas en Roma, se interesó en las conversiones en el Nuevo Mundo, publicó el Breviario y Catecismo, se dedicó a combatir la herejía e introdujo el Misal con el Rito Latino de la misa, entre otras acciones. En 1571 logró unir a las fuerzas cristianas que combatieron en Lepanto y al año siguiente murió.

Pío V es el único papa canonizado en ese siglo.

LA BATALLA DE LEPANTO

Los musulmanes ya habían tomado Chipre, que era un importante centro comercial del Mediterráneo y fue hasta entonces cuando las naciones europeas advirtieron el peligro. Así, Pío V unificó a España, Venecia, los Estados pontificios, Génova, Malta, Toscana y Saboya formando la Liga Santa bajo el mando militar de Juan de Austria, hijo de Carlos V y hermano natural de Felipe II, a quien le acompañaban Antonio Colona, Agustino Barbarijo y Andrea Doria.

La armada se concentró en Mesina y de ahí partió hacia el oriente para enfrentar la batalla. Los otomanos eran capitaneados por Alí Bajá, Mehmed Siroco y Uluj Alí.

El domingo 7 de octubre de 1571 las dos fuerzas estuvieron frente a frente. Entre ambas sumaban más de 500 embarcaciones. Se calcula que del lado de la Liga Santa había unos 80 mil hombres contra 120 mil de los musulmanes.

La estrategia turca era rodear a la flota cristiana y estuvieron a punto de lograrlo. El viento soplaba a su favor, pero cuando la Liga vivía su momento más crítico, cambió la dirección del viento y los cristianos empezaron a dominar el combate. La batalla duró cerca de cinco horas hasta que se consumó la victoria cristiana.

INTERCESIÓN DE LA VIRGEN

La alianza cristiana llevaba a bordo varios estandartes de la Virgen María y en lo alto del mástil de la nave capitana, una imagen de Cristo.

En la nave de Andrea Doria llevaban un estandarte de la Virgen de Guadalupe, que el segundo arzobispo de México, fray Alonso de Montúfar había regalado a Felipe II. Éste se lo dio a su medio hermano Juan de Austria, quien a su vez lo entregó a Andrea Doria para su embarcación. Esta es una de las copias más antiguas de la Guadalupana.

Andrea Doria atribuyó la victoria a la Virgen de Guadalupe y su familia conservó el estandarte durante casi un siglo hasta que lo donaron a la iglesia de San Esteban de Áveto en Italia.

El Papa Pío V había permanecido la noche del sábado 6 en constante oración y así continuó hasta el mediodía del domingo 7, luego se acercó a la ventana donde estuvo casi una hora mirando al cielo y entonces, sin que nadie se lo dijera, anunció que habían conseguido la victoria. Mucha gente había estado rezando el rosario con él y a partir de ese momento consagró el Día de Nuestra Señora de las Victorias, que posteriormente recibió el nombre de Nuestra Señora del Rosario.

Al finalizar las dos conferencias, los expositores hicieron una reflexión y un llamado a la unidad de los mexicanos, porque lo único que puede unir a nuestro pueblo es la Virgen, como ha quedado demostrado a lo largo de la historia.

Los conferencistas recibieron diplomas de reconocimiento por parte del Rector, Lic. Antonio Leaño Reyes y el Vicerrector Académico Emérito, Dr. Néstor Velasco Pérez.

La clausura del V Simposio Guadalupano estuvo a cargo del director del Centro de Estudios Humanísticos de la UAG, licenciado Jorge Tinoco.

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