La Mtra. Josefa compartió experiencias con personal académico y estudiantes de la Universidad Latina de Costa Rica.
En el marco del concurso EDUCA, una profesora del Campus Tabasco de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), fue reconocida con el primer lugar, lo que le permitió realizar una estancia académica en la Universidad Latina de Costa Rica. En esta entrevista, nos comparte su experiencia, aprendizajes y la importancia de generar vínculos internacionales para enriquecer el quehacer docente.
La Mtra. Josefa Leticia Álvarez Vázquez, profesora de Arquitectura en el Campus Tabasco de la UAG, vivió una experiencia académica internacional tras obtener el primer lugar en el concurso EDUCA. Gracias a este logro, realizó una estancia en la Universidad Latina de Costa Rica, donde compartió su conocimiento, conoció nuevas metodologías de enseñanza y fortaleció vínculos académicos con docentes de otras latitudes. En esta entrevista, nos relata cómo vivió esta oportunidad única y qué aprendizajes trajo consigo.
¿Cómo fue el proceso de selección para poder vivir esta experiencia?
Formo parte de un grupo de profesores que participamos en el concurso EDUCA, el cual consiste en diseñar cursos en la plataforma Canvas, cumpliendo con una serie de lineamientos definidos por el modelo ABC. En este concurso —organizado en Campus Central—, los docentes cargamos nuestros cursos y un comité evaluador determina cuáles cumplen no solo con los componentes solicitados, sino que también aportan creatividad, diseño, funcionalidad, etc. El curso que desarrollé resultó ganador del primer lugar, lo cual me otorgó como premio un viaje a una universidad de la Red Cintana. En este caso, por mi perfil profesional, la institución que más se adecuaba fue la Universidad Latina de Costa Rica.
Mtra. Josefa Álvarez Vázquez, ganadora del concurso EDUCA.
¿Qué significó obtener este premio y reconocimiento?
Significó mucho. Más allá del viaje, fue la sensación de integración y de saber que el trabajo que una realiza es valorado. Fue muy satisfactorio confirmar que mis cursos no solo cumplen con los lineamientos, sino que además fueron reconocidos en una competencia en la que participaron docentes no solo del Campus Tabasco, sino también del Campus Central. En esta sexta edición del concurso, dos profesores de nuestro campus obtuvimos tercer y primer lugar, lo cual fue muy gratificante también a nivel institucional.
Una vez que llegó a Costa Rica y conoció la universidad, ¿qué impresión se llevó?
Fue una experiencia muy grata. La gente en Costa Rica es sumamente amable, tanto los docentes como el personal y los estudiantes. Yo soy profesora de Arquitectura, así que visité directamente el campus dedicado a esa disciplina. Me sorprendió positivamente ver que su metodología de trabajo en diseño arquitectónico es muy diferente a la nuestra. Desde cómo estructuran los talleres y materias hasta la infraestructura misma del campus, todo fue muy enriquecedor. Pero, sin duda, lo más valioso fue el recibimiento; su calidez humana hizo la diferencia.
Durante su estancia la Profesora convivió con la cultura costarricense.
¿Tuvo oportunidad de impartir alguna clase o taller? ¿Qué actividades realizó durante su estancia?
Sí. Antes de viajar, tuvimos varias reuniones virtuales para definir las actividades. Aunque la estancia fue corta —de solo 10 días—, cinco de esos días fueron de participación activa en el campus. La universidad cuenta con dos sedes en la misma ciudad, y participé en ambas con clases teóricas, talleres prácticos de diseño arquitectónico y conversatorios con docentes. Algo que me sorprendió fue el gran interés que tienen por la arquitectura mexicana. Ese entusiasmo motivó que incluso me invitaran a impartir más clases de las que estaban originalmente programadas. Fue una semana intensa, con actividades tanto por la mañana como por la tarde.
¿Qué diferencias notó entre la metodología de enseñanza de allá y la que usamos en Campus Tabasco?
Allá existe una apertura mayor hacia la vinculación con la labor social. Sus proyectos arquitectónicos están orientados principalmente hacia comunidades vulnerables y sectores rurales, no tanto hacia el ámbito empresarial, como es más común aquí. Esto puede deberse a diferencias socioeconómicas y culturales. Sin embargo, considero que ambas visiones se complementan. La experiencia me hizo reflexionar sobre la importancia de incorporar más la dimensión social en nuestros proyectos, algo que podríamos adaptar a nuestro contexto perfectamente.
¿Considera que esa temática podría integrarse a sus futuras clases?
De hecho, ya estamos trabajando en eso. A raíz de esta experiencia, comenzamos a elaborar propuestas de investigación y a tener reuniones internas para mejorar la infraestructura de nuestro campus. Hemos recibido mucho apoyo institucional para implementar nuevas ideas que permitan ampliar nuestra visión hacia proyectos con impacto social. Desde que regresé, esta experiencia sigue rindiendo frutos.
¿Cómo considera usted que este tipo de relaciones internacionales fortalecen el trabajo docente y académico?
Son fundamentales. Nos permiten tener una visión más amplia, no solo de lo local, sino de la región y del continente. Costa Rica, por ejemplo, tiene un enfoque muy fuerte en políticas medioambientales, y eso se refleja en su enseñanza. Estas experiencias también fomentan la confianza entre profesores, la creación de clases espejo, videoconferencias y proyectos colaborativos. Además, nos ayudan a redescubrir que en América Latina hay muchísimas coincidencias y oportunidades. Generalmente, en México solemos mirar hacia Europa o Estados Unidos, pero también podemos crear redes sólidas con Guatemala, Brasil, Chile y otros países hermanos.
¿Podría compartirnos alguna anécdota que le haya marcado durante esta estancia?
Claro. Me llamó mucho la atención la forma en que reciben a los visitantes. Tienen un panel de bienvenida, te toman una fotografía al llegar, y los propios estudiantes participan en el recibimiento. Me pareció muy significativo que no fuera algo exclusivo por mi visita, sino una práctica habitual. Otra cosa que me encantó fue ver fauna local dentro de los campus. San José es una ciudad bastante urbanizada, pero aun así, encontré un perezoso en un árbol, con toda su familia, ¡en pleno campus! Fue algo muy especial, sobre todo porque era la primera vez que veía uno en persona.
¿Qué consejo le daría a otros profesores que deseen participar en el concurso EDUCA?
Les diría que se atrevan. Muchos ya tienen cursos muy bien estructurados, pero no se animan a mostrarlos. A veces creemos que nuestro trabajo no es suficiente para competir, pero eso no es cierto. El concurso no solo permite visibilizar lo que hacemos, sino que también nos convierte en evaluadores de otros cursos, lo cual enriquece muchísimo. Yo misma dudé en participar, y fueron mis compañeros quienes me animaron. Pensaba: “¿y si hay cursos mejores que el mío?”. Y al final, gané el primer lugar. Fue una sorpresa muy grata, y me demostró que hay que confiar en lo que uno hace.
¿Qué sigue para usted después de esta experiencia?
Esta vivencia fue un parteaguas. Me dejó pensando en qué más se puede hacer. El concurso EDUCA fue solo el inicio. Ahora estoy en comunicación con otros profesores de la Red Cintana para desarrollar investigaciones conjuntas. También tengo la intención de implementar aquí en el campus aulas modelo, con tecnología, infraestructura y metodologías activas. El objetivo es ambicionar a más, proyectar lo que hacemos hacia una escala más amplia. Esta experiencia me dio la motivación para pensar y actuar en grande.
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