El 23 de octubre, reflexionamos por el día del Médico, palabra que encierra sacrificio, dedicación y entrega de vida por sus semejantes. El médico guarda en su interior el espíritu indomable en defensa de la vida humana, que le permiten dejar a un lado el egoísmo, envidia y comodidad, con el fin de sanar al enfermo, sufre sin manifestarlo, dejar en muchas ocasiones por ello a su familia.
Horas interminables pasan en la lectura buscando el remedio para el prójimo que se encuentra en el momento más difícil de su vida, cuando padece una enfermedad o lo aquejan algún dolor.
Vaya el honor a los médicos que perdieron su vida en esta terrible pandemia, muchas veces no reconocidos por el hombre; pero sin duda premiados por Dios con la gloria eterna. Desde donde les pedimos que nos sigan inspirado y ayudando en el esfuerzo contra esta terrible enfermedad.
Pidamos pues la ayuda a dios para que nos de la fuerza y fe de no claudicar en la misión de seguir al prójimo. Y nos mantengamos unidos para no aceptar el asesinato de seres inocentes en el vientre materno.
Sigamos cosechando sonrisas en los niños, agradecimiento en los pacientes y respeto de la sociedad y demos gracias a Dios por habernos inspirado la vocación de la medicina. ¡Felicidades, compañeros Médicos!
