Nuestra forma de vida ha cambiado, aunque por momentos parece que todo lo que hoy existe ha estado siempre ahí. Pero al hacer un poco de memoria, podremos recordar que para hospedarse en alguna ciudad o pueblo lejano dependíamos de un hotel; si deseábamos ver una película, era necesario ir a una sala cinematográfica, verla en la televisión o adquirirla; asimismo, para comer en un restaurante era indispensable salir de casa. Son ejemplos simples de cómo se ha modificado la forma en que vivimos. Podemos afirmar y ser conscientes de que el cambio es inevitable y continuará siendo una constante en nuestras vidas.
Para algunos, el cambio va muy rápido; para otros, ocurre lo contrario. Pero todos coincidimos en la importancia de adaptarnos y sacar el mayor provecho posible de la situación. Ante tal escenario, la solución no viene en su totalidad del exterior, sino del esfuerzo que cada persona realice. No obstante, diferentes organismos y empresas han implantado estrategias que favorecen la transformación de la sociedad para atender las necesidades que se presentan en el entorno en donde se desenvuelven.
Todos anhelamos vivir en una sociedad mejor, donde prime el respeto y abunden las oportunidades. Sin embargo, no todos hacemos algo para lograrlo. Es evidente que la vida cambia a pasos agigantados y el campo laboral demanda una capacitación continua, la que muchos ven como la única opción para mejorar o conservar el puesto laboral, y por tanto buscan activamente participar en capacitaciones, diplomados y cursos. El enfoque debe estar en la educación permanente, y con ello me refiero a prepararnos en diferentes aspectos de la vida, en todo lo que colabore a la formación de ciudadanos plenos, que disfruten al aprender durante toda su vida.
Ahora bien, para lograrlo hace falta más que entusiasmo y unas cuantas frases que provoquen la reflexión. Es necesario desarrollar habilidades que favorezcan la apropiación de los objetivos planteados, y la educación es una pieza clave para desarrollar las estrategias de autoaprendizaje en cada persona. Es importante que cada cual descubra cómo aprende mejor, pero es prioritario que se comprenda la importancia y la necesidad de la formación continua, que las instituciones educativas favorezcan los momentos para desarrollar estrategias de autoaprendizaje y, sobre todo, que quienes diseñamos experiencias de aprendizaje conozcamos y consideremos las características de los alumnos.
Esto abonaría a dos objetivos: uno, a corto plazo, sería mejorar el rendimiento académico, y el segundo, que es para el resto de la vida, desarrollar habilidades que permitan a las personas aprender a aprender y, sobre todo, a disfrutar con la adquisición de nuevo conocimiento.
Sin lugar a duda, todos podemos hacer un esfuerzo y promover que cada persona conozca más sobre la forma como se aprende, pero si no vemos la importancia de la formación continua, el trabajo será en vano.