Es posible que muchos de nosotros la suframos sin darnos cuenta y es más común de lo que parece; aquí te cuento su origen.
El inicio de año puede traer complicaciones para las personas por diferentes motivos.
Apenas es el inicio de un año nuevo, y con él, una época llena de posibilidades de todo tipo. Sin embargo, para muchas personas el panorama no parece tan amigable o alentador como para otras. Si bien, son muchas las razones por las que alguien pudiera desarrollar síntomas depresivos, hay algunos cuadros de este tipo que tienen un comportamiento estacional.
La neurobiología, por ejemplo, ha estudiado el impacto del clima frío y de la reducción de luz solar en el estado de ánimo. Ello, sumado a los factores sociales como las fiestas, la cuesta de enero, el hecho de ver familias juntas si uno se encuentra en soledad y muchos otros, crea un complejo conjunto de factores de riesgo para que personas que han padecido síntomas depresivos con anterioridad los experimenten de nuevo, o en su defecto empiezan a desarrollarlos.
Los profesionales de salud mental distinguimos tres características claves de los cuadros depresivos: tristeza, anhedonia y desesperanza.
La tristeza, en ocasiones proviene de la frustración que sentimos al compararnos con otras personas o cuando nos enfrentamos a una pérdida o es que nos volvemos conscientes de que ya no tenemos aquello que alguna vez si tuvimos y ahora añoramos.
La anhedonia es prácticamente la dificultad o incapacidad para disfrutar aquellas cosas que por lo regular causaban placer, como disfrutar de nuestra comida favorita, escuchar la música que nos gusta, saborear de un buen helado o pasar tiempo y compartir con nuestros seres queridos. La ciencia ha demostrado que las regiones cerebrales y los químicos que se secretan para darnos esta sensación no logran activarse o no logran hacerlo a tal grado que sintamos emoción por lo que normalmente nos daría gusto.
Es importante saber detectar las características de un cuadro depresivo.
Es comprensible y probable que, si tenemos un estado de ánimo triste, esa tristeza de algún modo empaña nuestro pensamiento y la percepción de las cosas. Eso explica que, aunque las experiencias sean disfrutables, haya ocasiones en que la comida no sepa tan bien, no le podamos encontrar lo bonito a un atardecer o las canciones no nos inspiren como antes lo hacían, pues nuestra atención tiende a centrarse en los aspectos negativos de nuestras vidas.
Expectativas a futuro
La desesperanza, que consiste en la visión generalmente negativa del futuro y la creencia de que no vendrán cosas buenas, o que “ya que siempre nos suceden cosas malas” no tendrá porque ser desagradable. La desesperanza se ve reforzada de igual modo por diferentes elementos que nos hacen tener expectativas tal vez no tan amigables sobre el futuro, por ejemplo, la cuesta de enero, los cambios políticos del país en el que estemos viviendo, el aumento considerable de la inseguridad y de la violencia, y la incertidumbre que todo ello trae consigo.
¡Cuídate y cuida a los que quieres!
Por último, hago la recomendación a la población general de estar al pendiente de la aparición de estos tres elementos y en caso de ser necesario acercarse a los profesionales en el área.
Mtra. Atziri Arroyo Ruiz
Es profesora de Psicología y pertenece Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
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